El Propósito detrás de Hábitos y Pantallas

Hola! Soy Róger Rodríguez, papá de dos chicos increíbles, Dani y Virgi.

Desde siempre he sentido una profunda curiosidad por entender cómo los hábitos, el cerebro y nuestras decisiones moldean nuestra vida diaria. Mi pasión por la crianza y el aprendizaje me llevó a enfrentar uno de los mayores desafíos de la paternidad moderna: el impacto de las pantallas en la vida de nuestros hijos.

Aunque en casa no tenemos televisión, las pantallas encontraron su camino a través de otros entornos: en casa de los abuelos, en reuniones familiares, o incluso en momentos de cansancio donde parecía la solución más sencilla. Lo que empezó como algo inofensivo pronto se convirtió en un problema que afectaba el sueño, la atención y el comportamiento de mis hijos. Sentí que las pantallas estaban tomando el control, y decidí actuar.

Me considero un apréndelo todo y lector empedernido. He leído cientos de libros, completado decenas de cursos y explorado estudios científicos para entender cómo ayudar a mi familia a construir una relación equilibrada con las pantallas. No ha sido un camino fácil, pero sí uno lleno de aprendizajes que quiero compartir con vos.

Hábitos y Pantallas es el resultado de años de estudio, práctica y amor por la crianza.

Es una camino paso a paso para familias que buscan recuperar su tiempo, fortalecer las relaciones y ayudar a sus hijos a tener una vida más saludable y equilibrada con la tecnología.

¿Por qué es importante hablar de pantallas?

Las pantallas están en todas partes. Las vemos en nuestras casas, en las escuelas, en los restaurantes, incluso en las manos de niños pequeños. Todos lo hacen, y eso nos da la sensación de que es normal, de que no está tan mal. Además, las pantallas parecen ser la solución mágica para los momentos difíciles en la crianza: si tu hijo tiene un berrinche, dale un dispositivo; si está aburrido, ponle un video; si necesitás cinco minutos de paz, una tablet lo soluciona.

Los dispositivos se convierten en un biberón electrónico, calmando desbordes emocionales, llenando cada rato de aburrimiento y ocupando gran parte del tiempo libre de nuestros hijos.

Pero... ¿a qué costo?

Lo que quizás muchos no saben es que las pantallas están diseñadas para ser adictivas. El objetivo de quienes producen aplicaciones, videojuegos y plataformas digitales es que pasemos tantas horas como sea posible frente a ellas, nosotros y nuestros hijos. Para lograrlo, utilizan modelos estudiados por científicos del comportamiento, incorporando estímulos constantes, recompensas inmediatas y una avalancha de novedades que hacen que el contenido sea completamente irresistible.

Esto lo digo muchas veces en el curso y lo digo ahora:

En cuánto atención nada le gana a las pantallas

Cuando le pedís a tu hijo que deje de usar el dispositivo, le estás pidiendo algo realmente difícil de hacer. Su cerebro no está preparado para resistir la avalancha de estímulos que presentan las pantallas. Su "capitán del barco", la corteza prefrontal, que regula el autocontrol y la toma de decisiones, no estará completamente desarrollada hasta los 25 años. Esto significa que, aunque quiera parar, su cerebro literalmente no tiene las herramientas necesarias para hacerlo.

El resultado: frustración para él, agotamiento para vos, y una dinámica familiar cada vez más dependiente de las pantallas.

El uso excesivo de pantallas no solo afecta a los chicos en el presente, sino que tiene consecuencias profundas en su desarrollo emocional, cognitivo y físico. Estudios recientes muestran una relación directa entre el uso exacerbado de pantallas y problemas de atención, dificultad para concentrarse, ansiedad, depresión y falta de habilidades de autorregulación. Además, las pantallas reemplazan actividades cruciales como el juego libre, la lectura y la interacción social, afectando habilidades esenciales como la creatividad, el pensamiento crítico y el lenguaje.

Incluso, los efectos ya son visibles a nivel global. Pruebas internacionales como las pruebas PISA que se hacen a chicos de 15 años alrededor del mundo reflejan un declive en habilidades de lectura, matemáticas y resolución de problemas en chicos con mayor exposición a pantallas. Y más preocupante aún, los trastornos de salud mental en adolescentes se disparan a partir del 2010 año cuando hacen boom las redes sociales, y los avances de banda ancha facilitan el acceso a contenido masivo.

Aunque sabemos que las pantallas no siempre son buenas, parece imposible resistirse a su atractivo. Como padres, nos sentimos atrapados: sabemos que algo no está bien, pero no sabemos cómo salir del ciclo.

Aquí es donde entra Hábitos y Pantallas. Este curso no solo aborda el "qué" y el "por qué", sino que se enfoca en el "cómo". Te da las herramientas prácticas y basadas en la ciencia para recuperar el equilibrio en tu familia, transformar la relación con las pantallas y priorizar lo que realmente importa: el bienestar emocional, físico y cognitivo de tus hijos.